sábado, 31 de diciembre de 2011

DUERMES

Las noches en vela,
la música parda al teclado,
bajita, que a nadie despierte,
acordes en una guitarra
sencilla, manida
por noches de Luna
y salitre, la vida
despierta tras estos ojillos
verdosos que ansían mirar... ¿te?
...más allá de los matices
que despliega el horizonte,
mis deseos, un suspiro, o diez
poemas, escritos en cinco minutos,
que son para ti, también para otras,
las novias ocultas de mi habitación,
que bajan y suben renglón a renglón
y no saben que existen si yo no lo digo.

Un cielo, una noche, una puesta de Sol,
los días de hablarle a la Luna dormida,
los ratos mirando al vacío y tramando quién sabe
qué historias. La nuestra quizá; mientras duermes,
te miro, otras veces, y siento que ya no sé nada,
que algo ha debido escaparse a mi alma
y profiere ronquidos delante de mí.

Viajé, recorrí, lo indagué, este mundo,
viví comprendiendo que nada es sencillo,
que hay muchas cosas prohibidas y raras,
no allá sino aquí, en mi cama, aun el sudor
recorriendo mi espalda, y tú, tan desnuda,
ya duermes, tranquila, tranquila y amada.

Hice lo mío, por siempre, en una maraña
de años. He escrito, estudiado, movido
las manos al son de cualquier instrumento,
y no triunfo, de acuerdo, no soy un experto
de nada, me falta aspereza, arrebato,
la entrega del buen pretencioso,
pero sé de la vida, conozco el amor,
mi mente es tan ancha como un escenario,
y en él tú bailaste de noche y de día,
despierta, dormida, y yo me subí sin saber
y aprendí que en el arte no todo es mentira.



Alberto Cancio García




Buscar la sonrisa ajena
sin pretensión de regocijo propio
es proyectar la sonrisa propia
sin pretensión del regocijo ajeno.



Alberto Cancio García

viernes, 30 de diciembre de 2011

¿En qué momento de la Historia
permitimos que este Blog,
a sabiendas de la gloria,
de repente hiciera "Plog"?


Alberto Cancio García

¿En qué tienda
venden
el rotulador
que pintó el cielo?


Alberto Cancio García

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La traición
es el aire caliente
que expide la boca de otro
que no te conoce.
Que no la conoce.

Hierve la lengua
y la sangre en tu alma
se vuelve ceniza desecha.

Él corre a besarla
sin miedos,
y entonces respira tranquila
en su abrazo ferviente.

Y en ti la abrasada sonrisa
no es sino el vago recuerdo
de un tiempo en que sí la besaste.


Alberto Cancio García

martes, 27 de diciembre de 2011

Cedes al que pide
lo que pide: 

.

Tú en silencio pides
que lo pida: 

.


Alberto Cancio García

domingo, 25 de diciembre de 2011

ACRÓSTICAS Y NÓMADAS BULAS

Tierna maleza de la pulcritud
-única baza a jugar-,

cansadas y férreas migajas,
eclécticos surcos,
ramillos de flores dormidas:
De dónde tomasteis palabras osadas,
o en qué coalición desvariasteis.

¿De veras un canto al olvido...
embebe con saña...
jocosa... 
a aquel olvidado?

De todas las vidas humanas
en tanto que admiro la Luna

lo sé, yo sé que hay alguna...
incauta, que quiere robarme:
Airosas respuestas,
rotundas palabras,
lucernas de fuego,
ensayada sonrisa...

El tímpano irradia
locuras fugaces.

Cielos pensados,
otoños magníficos,
ñoñas escenas
o dulces almuerzos:

Amaos, y no queda otra.

Morid en la vasta mentira
inexacta de vuestra locura.

Nevad sobre campos de lodo,
obviad el invierno, el jazmín,
volved, revolved el camastro,
izad la bandera de modo que fluya
a mucha distancia de mí.



Alberto Cancio García

martes, 20 de diciembre de 2011

Porque la atmósfera es turbia
y expande sus brazos de frío
en aristas enormes.

Porque la bóveda es negra
y alcanza la vista a tan solo
una capa de noche.

Porque la hiel es amarga
y extrema la duda de lodo
que apena a los hombres.

Por eso preexiste el poema.
Por eso yo bailo y yo vivo
y yo amo tan solo en su orbe.


Alberto Cancio García

domingo, 18 de diciembre de 2011

Había tantos ojos en el mundo...
tantos ojos de matiz maravilloso,
tanto brillo ahí en sus pozos,
tantos iris, ¡tan preciosos!,
que perdí la compostura,
temeroso,
y caí sin pretenderlo...
en los más hermosos.


Alberto Cancio García
Abre los ojos, amanece a mi mundo,
y dime, qué tipo de amor cenamos hoy.


Alberto Cancio García
Sólo tú sabes qué sientes al mirarme.
Sólo yo sé lo que sientes al mirarme.
Sólo, sólo nosotros.

Alberto Cancio García
Era tan sencillo amar en vela,
tan genial y tan distinto aquello era,
que perdí la concordancia de las horas
y te amé en la noche eterna.


Alberto Cancio García
El eructo tapó al pedo.
Pero el pedo olía más.



Alberto Cancio García
Un palo de madera, que no rueda,
que no bulle, que contempla
las cenizas de lo que antes fue 
su casa,

se pregunta:
¿Por qué yo no sucumbí?
¿Por qué ahora no soy brasa?
Maderones poderosos
que prendisteis ante mí,
si yo lo resistí, a vosotros...
¿qué os pasa?
 


Alberto Cancio García
Sigue caminando.

Sí. Es una puñalada.

Otra, sí.

Duele, lo sé.

Pero no.

No.

Sigue caminando.

Nadie se merece

que te vuelvas.



Alberto Cancio García.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Paseamos por el mundo
y sólo vemos la perfecta
sincronía del espacio.

Todo bien montado.
Un Mecano.
Diez tornillos.

No se quiebra el cuerpo
dulce, cuando entran
las espadas en la caja.

No despide la montaña
a quien la monta,
y grita y grita

como un niño, que de niño
ya aprendió lo que No pasa.

(Qué no pasa...)

Nada es grave si es humano,
aunque exceda lo probable,
porque es lógico,
legible en sus subtítulos,
razón profesional.

Levantan los aviones
sus hocicos sobre el mundo
y no es osado.

Monturas eficaces,
palancas de repuesto,
botones insondables,
medidas y prospectos;
garantías, protocolos,
un seguro de por vida,
duermevela porque vela,
al fin y al cabo,
un experto nuestro sueño
de marmota.

Y es seguro y todo está
bajo (la torre de) control.

Una a una por el orbe se reparten
la tarea de cuidar el sueño quieto.
Un millón de esas torretas afanadas
en dictar lo que se puede
y lo que no, por estos cielos.

Y nosotros,

paseamos por su mundo
y sólo vemos la perfecta
sincronía de su espacio.

Nos dormimos.

Y en el sueño:
No quebrante usted esta norma.
Ni imagine que la puerta
puede abrirse... sin palanca.
Ni se arroje hacia el abismo
confiando en que un dragón
de la fortuna… rasgue el cielo
y se le lleve, más allá de estos tornillos.

Porque amigo, si le faltan…
si le faltan las palancas,
los tornillos, y el mecano
de la vida se descuida
entre sus sueños,
y se quiebran los botones,
o se clavan las espadas en la carne,
se derrumba la montaña,
o abre usted la portezuela equivocada,

entonces la humedad empañará
los mil millones de cristales de montura
de los ciento y un expertos del millón
de esas torretas ya inservibles,

pasará lo que No pasa,
y en su mal precipitarse contra el mundo
no podremos ofrecerle una respuesta
bien montada.
Sin tornillos, sin palanca,
ya no habrá seguro alguno
que lo ampare en su carrera.
Y habrá usted de deambular

hacia otros rumbos,
tan ajenos, a esta, nuestra,
nuestra, nuestra, nuestra...
NADA.







Alberto Cancio García,
en Polonia