miércoles, 29 de febrero de 2012

Ewanescencia.

Dios piadoso,
que andas disuelto 
en todas las cosas
y me observas
tras la sólida quietud
de la materia:


Disuélveme Contigo.

                               
Permite
que esta noche
respire
sin contornos
y que el aire
de mi alma
vuele libre 
                                  hasta               
                                                        su
Ombligo.








Alberto Cancio García


        

       

YA NO

Pasó la vida verde como un rayo por nosotros,
pasó. Y ya no somos niños que adolecen,


ciertamente,


la vehemencia no es bandera, ya no. Aprendimos,
hace tiempo, que lo rojo es peligroso;
que el color calavernario de los bosques
reconduce a nuestra muerte; que los tenues amarillos
no son oro que reluzca en lontananza
o en los ojos, por desgracia, de un amor
sobreviviente del invierno. Aprendimos,
que la noche apaga el mundo, pero enciende
los deseos; y advertimos, sobre todo,
que no estábamos dispuestos
a que éstos nos tocaran los colores
desvelando en un instante 
     
                                                       nuestro sueño.







Alberto Cancio García

lunes, 27 de febrero de 2012

ACABO DE LLEGAR

¿Por qué cantas, mirlo, esta noche
tan lejos de casa?


¿No ves que estoy solo
y me hieres?


¿No sabes que aquí, como allí, no florece
tu añil primavera?
                                     
¿Por qué no te marchas, volando
a esas tierras lejanas,


donde sí hay oídos 
puestos en las ventanas?






Alberto Cancio García
Tablero Cocina ha cenado bizcocho,
llenado de migas el suelo,
pisado las migas por el dormitorio.


No ha entrado en el cuarto de baño,
no ha visto el espejo,
no sabe su cara de muerto.

Tablero quería poner un lavado:
de noche la ropa corriendo 
parece un acuoso caballo.

Mas trota ya dentro el de otro,
así que se enciende un cigarro
y sueña que ya lo ha dejado.  



Alberto Cancio García


Dime cómo es eso de llamarse a uno mismo ingenioso.
Dime qué tal se vive encerrado en una lámpara.





Alberto Cancio García

sábado, 25 de febrero de 2012

Pedrada

Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche.
Sabed que la Rosa se yergue pero al cabo es rojo sangre,
sangre humana, y dice aquello que no puede sostener:
aunque tenga que morir contigo, mi amor, yo jamás te negaré.


Sentada a otra mesa se ha abierto otras noches
su lúbrico pétalo marchito que suena al deshacerse
como una garganta de paja.


Negó una vez, negó dos veces,
cuando el sorbo de té riega unas gotas
y parecen como lágrimas caídas en la mesa
y en ellas estoy yo.


Lo sabe, caliente en la muchedumbre,
ya lejos aunque ame, deshojada, por si alguien la descubre
sonriente de mi mano, y luego puede hablar,
y contarle a algún romano.


Su espalda niega entonces la tercera, 


y al instante,
                          como un rayo,
                                                     canta lúgubre
                                                                                     otro gallo.






Alberto Cancio García

miércoles, 22 de febrero de 2012

BAILA

Una vez el contorno de su íntima mano
—la leve presión, ese roce fluido—
detiene con tácita inercia el trayecto
curvado de tu cintura
y, en golpes de voz, cómo un viento acotado,
compone y amasa tu cuerpo en el vuelo,
y en pulsos vibrantes te arrastra hacia él
y apresta tu ojo a ese suyo hechicero,


los aires que irradian: la curva en tus brazos,
la prisa en tus piernas, la gracia indomable
del ralo y volátil cabello...
son la emoción de la boca pequeña,
la espléndida luz de tu vivo deseo,
que sólo de hermoso, aunque duela...
Dios mío, 
                          ¡yo tengo, yo tengo que verlo!






Alberto Cancio García

martes, 21 de febrero de 2012

Sí. Hay algo más bonito que usted misma, señorita, aunque sólo sea algo, y ese algo, en efecto, sea un algo tan abstracto que no sirva realmente a nada práctico. Yo podría haberle dicho, por ejemplo: Señorita, las guirnaldas de la calle la superan en belleza; y entonces ese algo detentaría un reconocimiento concreto en el acto, comprendería, sin duda, modos de ornato festivo, tendría un color, colgaría de los postes o las puertas de las casas, y usted sabría a qué atenerse, al menos de momento. Aceptaría el agravio sin más contemplaciones, estoy seguro, y hallaría consuelo muy poco después, en otra boca, otra palabra, o un examen visual de las réprobas guirnaldas a lo largo de la calle, pues usted caminaría -muy seguramente-, las contemplaría un tanto, sacaría sus propias conclusiones. Quizá inferiría lo absurdo del cotejo en sí mismo, cuánto más sin caer en un burdo sentido metafórico, y con ello quedaría su orgullo recompuesto del agravio -muy, muy seguramente-, y las cosas hallarían al instante su sentido.




Alberto Cancio García
¡Ay, cómo bailas, gaviola impecable,
los aires azules del viento!
¡Ay, pundonor amarillo, admirable
coral, saturado y violento!


¡Ay, corazón afrutado,
qué olores amados distienden la espera!
¡Ay, frenesí agazapado,
vibrar inminente de la primavera!






Alberto Cancio García 
Mundo gaseoso,
refresco celeste,
a qué lejana superficie
ascienden tus burbujas alegres.





Alberto Cancio García

domingo, 19 de febrero de 2012

POST-UNION

El pétalo, arroz, empedrado,
hilo blanco, sinuoso, un encaje
sobre el lienzo verdinegro
de la calle. Baila el suelo.


Las luces mortecinas despabilan
a los grillos tras el pórtico.


Refresca y estoy solo.
Sin frío.


Salen paulatinos de la piedra,
ellos, como salen las estrellas
que en el duro firmamento de los suelos
yacen negras y en los restos de la tarde
se recrean.


Oscilante la galaxia de la plaza,
con su bruma, suena y huele
a lo que era.


Quizá ahora estén de viaje.
Sabrán a estas alturas si es un mito
la noche más feliz de nuestra vida.


Quizá haya roto el traje.
O la hayan desnudado
poco antes del embarque.


Refresca y estoy solo.
Tengan lo que tengan
entre manos, no vendrán
a remirarse el matrimonio.


No verán cómo los grillos
de esta noche,
devoran, de su eterno maridaje,
los despojos.  






Alberto Cancio García

sábado, 18 de febrero de 2012

NO SIEMPRE

Tal vez en otro tiempo de los tiempos...
bailamos malicias. Tuvimos espantos de amor.
Porque hendimos la daga del mero placer, quizá, 
en la artera mención de otra dulce entrepierna...
que no era la nuestra.

Ansiamos el cuerpo lejano, más allá, desconocido,
misterio en las noches ajenas, la magia de nuevo en el roce;
y entonces los novios de veras, las novias eternas, perdían color 
en la foto milenaria de la mesa, como si nunca 
los hubiésemos amado realmente.

Tal vez en otro tiempo de los tiempos,
en fin, no fui lo que otros creyeron. 
Consuela saber que, en el fondo,
mi foto también se ha borrado;
pues tal como dice algún otro:
Es mal de muchos, consuelo de santos.




                                                                                               Alberto Cancio García


POR MENTAR...

Como siempre nuestra Luna.
Asumir una mentira es recrear la realidad
para uno mismo, para todos.
Si no la conociera no podría imaginar
que hay otra cara que no veo 
al otro extremo de su cielo.
Ella muestra día a día un trozo más,
o un trozo menos, y así, en un sondeo delirante 
entendemos la ilusión de conocerla por completo, 
poco a poco, sin remedos.

Pero el sol es maquillaje —y la Luna también hace
por creerse sólo ello en el espejo de los mares—,
en el fondo ella es consciente del engaño en que ha incurrido.

La fealdad sabe que es fea aunque se tizne de carmín.
Y no hay luz en el cogote de la Luna, mas el frío se lo eriza sí o sí.

En fin...




Alberto Cancio García


  

jueves, 16 de febrero de 2012

¿En serio pensabas obviar
tu tensión
al pasar por delante de mí?


Sacudes los ojos a un lado
y a otro,
haz el favor de mirarme o seguir.






Alberto Cancio García
Había azul celeste en mi cabeza,
rondándola un instante. 


                                    Eran ojos.

Había sol de júbilo de anoche,
al borde del colchón.


                                    Y era rubia. 

Una parca rúbrica mía
en un poema sin mi nombre.


                                     Sonreía.

La mesa era un recinto de papeles
y los cuerpos dibujaban con alcohol.


                                      Madre mía.               

La noche sin el día había llegado de repente.


                                       La ceniza.

La vida despreciamos un momento, hace unas horas,
y eso fue bastante para armar una verbena,
                                    niña dulce,
cuerpo alegre:                                        des-nu-dá-te.
                                  Tú-quie-ré-me.




No, vulgar poeta, sólo escribe, nunca pienses.




Alberto Cancio García


Hay...

Hay un mirador interesante y no hago votos:

Yo amo de una forma como mucho más allá del protocolo,
más allá de ti o de nosotros como uno, tenlo claro,
¡yo también!, a parte de mi Amar, ¡a veces sólo amo!

Y sí, de esa manera en que se tiembla acalorado.

Sin duda me enamoro de otras cosas muchas cosas
(muchas, muchas... porque hay tanto)—,

y algunas de esas cosas llevan piel, muy por supuesto, y de ellas
hay un tenue movimiento que me excita en el momento,
como el vuelo negro y frío de un codazo:
una empírica mirada, un susurro plateado,
o una Historia,
de repente, que no sabe nunca uno cuando empieza
pero empieza y cambia el mundo,
                                         y a la cara tira el dado.

Porque amo, reconozco. También con la minúscula es un hecho.
El mundo es demasiado colosal para perdérselo en Amar
en súbitas mayúsculas cual burdo y cruel poseso.










                                   No te apures, rey Mufasa.
               Lo concreto en un poema enrevesado y ya se pasa,
                                   Lo cerceno de mi alma encabronada si lo siento,
               Hago voto de cordura

                                                                                     y ya no miento.




Alberto Cancio García

martes, 7 de febrero de 2012

He aquí una serie de poemas de Roberto Ferrer Hernández, un gran amigo amparado por las viejas circenses y los caballos postizos. Esta es una pequeña selección de su poemario "Grima y escombros". Para más información, llámenlo a su casa o visiten en enlace que aparece al final de esta entrada. Gracias.


Alberto Cancio García




UN AMIGO DE LA GENERACIÓN DEL OCHO




Lobo

He olvidado tu olor
y ya no aúllo por las noches.

La luna llena, el hombre vacío.




Boomerang


Recuerda:
en la mano con la que señalas al culpable
hay un dedo que le apunta a él

y tres a ti.



Pasó que

Un día probé a relacionarme con ellos,
a hacer el amor con ellas.

A compartir lo que llevaba dentro del bolsillo,
a destapar alegrías y bajezas
-las perlas de mi ostra-
para que rozáramos con ternura el dorso de la vida
y despuntáramos las horas con intensidad.

Pasó que ellos estaban jugando.

Pasó que yo iba en serio.


Roberto Ferrer Hernández



más en:



http://grimayescombros.blogspot.com/

miércoles, 1 de febrero de 2012

LA BELLEZA INÚTIL

En cierta manera nunca comprendí que Laura -amara mis labios-. No porque yo los desestimara, ni mucho menos, sino porque ella nunca los besó. Yo, más allá de embriagarme con la belleza estética que supone la carne fina y esponjosa de unos labios, las formas recortadas, los pliegues, las estrías, nunca pude amar ningunos sin querer, de algún modo, besarlos. Por eso no entendí que Laura pudiera alabarlos sin más, sin ninguna intención subsecuente, sin la chispa de un deseo, aunque fuera momentaneo, de morderlos de repente, tan cerca de ellos como estaba cuando hablábamos de noche.    










Alberto Cancio García