lunes, 30 de julio de 2012

GÉNESIS

Qué extraño se hace mirar atrás e intuirte ahí, sobre la cama, dibujando o leyendo un libro de mi estantería, de esos que hojeabas lenta por echar el rato. Tu pelo revuelto tontamente, como tontos éramos, como tonto te miraría yo desde la silla, seguro que inquieto, seguro que deseoso de tu cuerpo, tan joven y estúpido que extraña pensarlo ahora, desde lejos. Qué cerca estuvimos entonces, qué dentro el uno del otro sin saber siquiera quienes éramos, en quienes nos convertiríamos, en si aquel juego de besos supondría algo más que una primicia adolescente... El principio.

¿Qué fue? Quizá sólo eso, un ensayo de lo que luego vendría a ser la vida real, el amor real, el sexo verdadero. Yo también he olvidado el tacto de tus labios, créeme, ya no recuerdo tus caricias, y las formas de tu voz se mezclaron hace tiempo con las hojas de otros otoños, muchos, claro, al pisarlas de camino a lo que hoy somos. 
Y extraña. Extraña pensar en cuánto nos quisimos, en cómo nos juramos un amor eterno inexistente, jugando, amando, tan niños en realidad, tan toscamente inocentes.







Alberto Cancio García

domingo, 29 de julio de 2012

QUISIERA ARRANCAR LOS BRAZOS AL SOL
por colarse en las ventanas
de un cuarto sin deseos de grandeza.

Marcel Camino

jueves, 26 de julio de 2012

SELLO

Que sepas que he llegado a la feliz resolución 
de matarme, ¡sábelo!, que ahora dormirás 
pensando en mí y en mi desgracia, 
me amarás, me desearás, regalarás 
mis cuatro oídos con palabras, agasajos,
y al instante, mientras tanto,
yo andaré mirando fotos 
de otro amante —que también es "mi mejor"—, 
y tocándome la pinga vendrá el sueño, 
diluyendo la idiotez hasta mañana, mi amor.









Alberto Cancio García

domingo, 22 de julio de 2012

EL DISPARO

Creí que al menos,
cuando mirabas 
sin decir nada,
oyéndome, lenta;
cuando tus ojos
suplicaban, ahogados,
la clemencia rala,
tan innecesaria
porque amamos, y ardía
la comisura de los labios, 
tuyos, quietos, calcinando
las Falsas Palabras;
creí que, entonces, 
al menos, así, sin habla,
no sería tu Silencio
una pistola blanca.





Alberto Cancio García   

martes, 17 de julio de 2012

ESENCIALIDAD

Yo también me he preguntado
a qué sabe la espuma
cuando ya no queda agua.


Me dije: La pasta. Es la pasta.
Y reí.


Mordí la cáscara de plátano.
Lavé mis dientes otra vez.
Sudé sin hacer nada.


Y luego...


Barrí, y estaba limpio.
Rasqué donde no pica,
ni picaba... ¿en los dientes?
¡Au! ¡Ay! ¡Au! ¡Ay-au!


...e insistí al hombre del bar: 
Agua natural. 
Da igual si está caliente.


Y quemaba. ¡Quemaba!


Eché a volar a veces, yo también:
Miré sin ver sobre el reloj,
dijo ella: la cuchara,
y yo traje un tenedor...
Llegué tarde al examen
y luego desperté, sobresaltado,


y sólo eran las dos.


También dije "yo odio" sin sentirlo,
lo mismo que "te quiero" (un poco menos),
y luego me reí por compromiso.


Tardé en llamar a Pepe sin quererlo,
ahogado en el estudio...
                ...inútil de mi ombligo,
y alguna vez leí, leí, y dormí,
diez noches en la misma paginita,
ido.

Qué gracia cuando dicen:
recoge "lo esencial" en tu poesía.
Y miras al espejo,
y surge la esencial algarabía.










Alberto Cancio García, 
que está guapo todo el día.

sábado, 14 de julio de 2012

GARAN-TÍAS

La garantía de amor
no se mide en el espacio
entre el helicóptero que pasa,
el bar donde tú bailas
y mi habitación.


La garantía de amor
no cuenta para ellos,
arriba, que son sólo pilotos
surcando la noche de arena.


Yo no puedo gritarles,
ni siquiera lo intento.
Yo miro la noche
e imagino sus cabezas
como luces. Sus cascos,
como blancas pelotas de ping-pong,
con micros de oreja, lejos, muy lejos,
sobre las palmeras.


Y vuelan en tu dirección en silencio
—o diciendo esas cosas que dicen
los pilotos cuando hablan en las pelis, por micro—
en tu dirección, tranquilos y tensos a un tiempo.
Delante del cristal verán las cosas,
pero es en el radar y no en el mundo,
donde ponen los ojillos de pelota
para no chocar: ¡Pum, pum, pam!


La noche de arena. Las palmeras.
No sirven.


Más allá de mi ventana, yo tampoco veo.
Y ellos ni me ven ni me han mirado.
Yo lo sé, que no saben dónde estoy. 
Desde arriba no se notan las cabezas 
de normales. Sólo las pelotas, como luces.


Tampoco observarán la tuya, claro,
cuando pasen sobre ella.
Así que no les he gritado, ni dado
recados para ti. Cuando pasen
oirás lo que yo: ¡Zum zum! ¡Zucurruzún!
O quizá, quizá ni eso.


Por el aire, desfilan los sonidos ya cansados
cuando salen de la boca, del motor, lentos, flojos,
acabados, y a los metros ya se mueren
como viejos olvidados, son, son - idos. 
¡Garantías del amor en helicóptero!
No va a escucharse el mío, mi son - ido
que les queda a ellos tan lejos.
Si apenas me oyes tú, 
cuando digo en el oído
que te quiero.






Alberto Cancio García










lunes, 2 de julio de 2012

LOVE

Voy a seguir tocando eso que llaman
lo Eterno, con las puntas de mis dedos
seguiré, confiando, lo Prometo:
seré una vez tan solo mi añoranza

y día alguno habrá de no ser nada,
de no pertenecer: tener un beso
como Anoche, dejarlo como ahí muerto,
y darle luego cuerpo de guitarra.

Y así me contendré:
de pronto en su Sonrisa:
tocándola mi Beso en un traspiés.

Lo Eterno jugará... a hacerla mía.
Y entonces por sus ojos yo Sabré
que ella Lo quería.





Alberto Cancio García

DÍA D

Qué cosa
¡Ay!
Qué, y en que cariz,
momento,
              razón,
                       circunstancia,
                                             lugar,
                                                    singladura,
                                                                   bostezo...


se dice uno a sí:


Ahora, y en este contexto,
y ausente del tiempo
y obviando pre-textos,


yo voy a escribir.








Alberto Cancio García