" A pesar de estar a más de cien millas mar adentro, [los piratas] cayeron sobre un pequeño mercante que salía de Newport, en Rhode Island. El capitán de este balandro, el señor Beer, se dirigía a Charleston y probablemente escogió el paso exterior para evitar a los piratas que se contaba, infestaban el estrecho de Florida y el paso de los Vientos. A cambio, se halló prisionero en el mayor barco pirata que él y sus compañeros hubieran visto jamás.
Beer no pasó más de dos horas a bordo del
Whydah, pero después tomó nota de todo lo sucedido, incluida una transcripción de la conversación que mantuvo con Samuel Bellamy. Mientras los piratas saqueaban el cargamento, se intentó decidir si le devolvían la embarcación o no. Tanto Bellamy como Williams [segundo de a bordo] estaban a favor de que Beer se quedase con el barco, demasiado pequeño para ellos, pero sus compañeros, con el ego muy alto tras los recientes éxitos, se negaron en rotundo. Bellamy ordenó entonces que llevasen a Beer ante su presencia para poder comunicar al desventurado capitán las malas noticias. Sentía deseos de disculparse:
_ ¡Maldita sea mi estampa! Lamento que no le vayan a devolver su balandro, porque desdeño causar daños a nadie si no es para mi provecho_ le dijo Bellamy a Beer_ ¡Maldito barco! Tendremos que hundirlo y, en cambio, a ustedes bien que les habría servido.
El pirata se detuvo, miró de arriba a abajo al de Rhode Island y empezó a destilar cierta compasión por aquel hombre:
_Maldito sea: En el fondo es usted un cachorrillo, igual que todos los que se rinden al gobierno de unas leyes que han hecho los ricos para su propia seguridad [...] ¡Pero allá vosotros con vuestra suerte! ¡Allá ellos, por ser una panda de zorros arteros! ¡Y allá ustedes, los capitanes y marineros que les sirven, pues son unos tarugos con alma de gallina! Nos vilipendian, los muy sinvergüenzas, cuando la única diferencia entre nosotros es que ellos roban a los pobres amparándose en la ley..., y nosotros robamos a los ricos amparándonos en nuestro propio valor_ Bellamy volvió a mirar a Beer, sopesando con cautela el efecto de sus próximas palabras_ ¿No sería mejor estar entre nosotros que andar lamiendo la hediondez de esos villanos, sólo para conseguir un trabajo?
Beer se tomó su tiempo para responder. Su conciencia, le dijo al fiero comandante de los piratas, no le permitiría "saltarse las leyes de Dios y de los hombres". Bellamy lo miró con disgusto:
_Es usted un granuja con una conciencia endemoniada_ le respondió_ Yo soy un príncipe libre, y cuento con tanta autoridad para hacer la guerra en el mundo entero como el que dispone de cien barcos en el mar y un ejército de cien mil hombres en tierra. Y esto es lo que me dice mi conciencia: ...No vale la pena discutir con los cachorrillos llorosos que toleran que sus superiores los pateen en cubierta con placer, y que ponen su confianza en quien no es más que un proxeneta hipócrita: un cerdo comodón que ni practica ni cree siquiera en lo que le cuenta a los imberbes que lo escuchan como a un santo.
Con aquello, Bellamy ordenó que se llevasen a Beer. Indicó a la tripulación que lo condujeran en un bote hasta el Marianne [otro navío de la flota pirata], para que Williams pudiera dejarlo en Rhode Island. Cuando los piratas acabaron de pasar el último barril de sidra y de comestibles al Marianne, prendieron fuego a la balandra de Beer. La columna de humo se vio a varias millas a la redonda; el barco se quemó hasta la línea de flotación, y sólo el mar pudo apagar las llamas. "
He tomado esta narración de la obra "La república de los piratas/ La verdadera historia de los Piratas del Caribe", de Colin Woodard, que insiste en que fue el propio señor Beer quien transcribió la conversación que mantuvo con Samuel Bellamy a bordo del Whydah:
"Algunos autores han puesto en duda la veracidad de esta conversación, que al final se publicó en "Historia General de los Piratas", preguntándose quién habría sido el transcriptor. La respuesta es: el propio Beer. Tras su audiencia con Bellamy, el capitán fue trasladado a bordo del Marianne, donde dispuso de suficientes horas libres como para poner por escrito esta conversación histórica. Lo liberaron en la isla de Block al cabo de una o dos semanas y, el 29 de abril, se presentó en Newport e informó de lo sucedido al corresponsal del Boston News-Letter. Es casi seguro que los detalles de la conversación fueron anotados por las autoridades de Rhode Island y enviados posteriormente a Londres, donde quedaban al alcance del autor de la "Historia General de los Piratas."
Alberto Cancio García