Aunque los expertos opinen lo contrario, Cádiz en Carnavales no es el mejor enclave para dar con una fotografía original de manos de un principiante. Bajo la presión de la indómita turba que invade mi tierra por estas fechas, y abatido tras una reiterativa peregrinación a lo largo de cientos de calles atestadas de turistas ebrios, uno llega a la conclusión de que cada esquina tiene su vikingo grasiento, su monja puta o su pirata borracho, y de que una vez recorridas tres o cuatro callejas ya se ha visto todo lo que merecía la pena ver.
No ocurría así antes, cuando el Carnaval era nuestro y, como nuestro, se trataba con mimo. La enajenación del folklore lo ha mancillado y reducido a la categoría de fiesta nacional, cargándolo de un orgullo vulgar e incongruente, y la beldad de la diosa pagana murió cuando algunos listos quisieron convertirla en patrimonio de la humanidad.
Esa humanidad se tomó demasiado a pecho el absurdo galardón, y cada Febrero Cádiz se convierte en vertedero oficial de la estupidez de España, que viene a descargar aquí la rabia de su infelicidad sin ver en esta ciudad más que un salón privado de recreo y consumo.
Con un hilito de orgullo y respeto por lo que un día fuimos y ya no somos, por el verdadero arte que tuvimos y que ahora forzamos, por la magia de un Cádiz que se esfuma a pesar de plataformas sobre el nivel del mar o segundos puentes para acceder a El Corte Inglés...
Por todo ello y por el amor que guardo a cada rinconcito de esta ciudad, he aquí unos versos recogidos de cierta chirigora gaditana, que ya en su tiempo gritaba ofendida por el manoseo ajeno:
"Cádi, ¿patrimonio de la humanidá...?
¡Y un mojón pa los humano!
¡Cádi es de Cádi na má
y el patrimonio del gaditano!"
MAHOMA ESTÁ ENTRE NOSOTROS
Fotografía tomada en Cádiz
¿Cuál de estas personas, como Mahoma, profetiza un cambio de situación?
¿Una? ¿Dos? ¿Todas?
YO SOY SEXY
Fotografía tomada en "El Palmar", Cádiz
Sin comentarios...
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Alberto Cancio García