Era una chispa distinta
la de entonces: daba risa,
y yo ya no sé si te acuerdas.
Se hablaban las cosas
sin miedo, despacio
porque iba despacio la vida
y movía a llenarla de pedos;
sin lúcidos juicios que hirieran
la base de amarnos recíprocamente,
con cada palabra, en un sincretismo
sediento de a cuál más brutal Tontería...
¿recuerdas, mi viejo, cuando era nuestro mundo
por sí solo maravilla,
y no precisabas urdir otros nuevos?
Alberto Cancio García
Me gusta :).
ResponderEliminar¿Eran necesarios los pedos? :D
ResponderEliminarTotalmente, Alba :)
ResponderEliminarTe gusta mi corazón encogido entonces, Carmen. ¡Mil gracias por comentar! :D