miércoles, 6 de octubre de 2010

Neytiri

Tus ojos infinitos en el ámbar perfumado de la hoguera.
La penumbra tibia, el haz de los contornos temblorosos,
y el momento, tan preciso, en que te vuelves hacia mí.
La sonrisa puntiaguda, ahora, tras el leve palpitar del bosque oculto,
tan serena, tú, ¡tan silente y tan hermosa!;
las estrellas salpicaron su fulgor sobre tu rostro de felino inteligente,
y en tus sienes atigradas, y en los flecos y las plumas derramadas por el cuello,
trenza el tiempo las raíces y la historia de tu mundo inalcanzable.

Has brotado de la tierra, lentamente rociada, y por eso tu sosiego,
y por eso la templanza y la frescura de tu aliento exuberante.
Y has regado la aureola de tu cuerpo embebecido, natural y
estilizado, como el torso azulvioleta en la cascada que resbala
por tu frente, y tu nariz y tus mejillas y tus labios apacibles.

Y tus ojos, por supuesto. Sólo ellos. Son tus ojos.
La pupila incandescente de que parte el pensamiento,
la pestaña colindante que lo cerca quedamente, que lo riza y lo proyecta,
la ventana cristalina y fascinante hacia tu alma, que me mira enfebrecida,
de tu ensueño palpitante, y empapada de deleite,
y empapada de su bosque, y empapada del verdor, y de la esencia, de tu vida.

A la humana de la selva
tildada de salvaje por los blancos.

Alberto Cancio García
Fotografía: Google (modificada)

4 comentarios:

  1. Me he imaginado algo, no se muy bien qué, pero algo terriblemente hermoso y pequeño.
    ¿y dices que no sería merecido? :)

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  2. Si merecer algo es contar con recibirlo a causa del esfuerzo y sacrificio realizados, sinceramente no. Merecería otras cosas mucho menos agradables, por fantoche, incoherente e irresponsable.

    Pero bueno, has imaginado bien. Y acertado en casi todo. La beldad de esas mujeres de la selva raya siempre en lo terrible. Son pequeñas, es verdad, pero enormes cuando internan su elegancia en la maleza. Porque entonces mimetizan su contorno en la espesura, y son un todo. Son la selva.

    Gracias por comentar, Ámbar :)

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  3. Redondo, Alberto. Te iba a señalar versos, pero me he dado cuenta que los quería casi todos.
    En fondo y forma, una delicia, un misterio que me susurra al oído, una palabra que me levanta el alma.
    Gracias, muchas gracias, y un abrazo.

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  4. Me alegro mucho de que te guste y te sugiera cosas bonitas, Isabel.

    Al susurro de ese misterio me refiero cuando hablo de la diversidad. No quiero a una Pocahontas inteligible a la primera. Sería muy aburrido.

    Gracias por comentar, amiga.

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