viernes, 29 de abril de 2011
À la recherche du temps perdu
lunes, 25 de abril de 2011
CONVOCATORIA URGENTE
lunes, 18 de abril de 2011
PRINCIPIO DE LA IRA
No creas que supuso el fin del mundo
tu abandono. Dejarme
sólo fue una reprimenda: el sofoco,
el frío desengaño o
la toma de conciencia…
Mas, yo ya conocía ese dolor,
pues hube de sufrirlo de igual modo
en la helada bañera, al recordar,
de pronto, enfebrecida por la rabia,
no haber encendido el calentador.
El tiempo se detiene, algo acaba.
Pareces suponer el fin del mundo,
pero basta salir de la bañera
y correr en pelotas por tu casa.
Alberto Cancio García
Ampliación del I Certamen Lectorocho
A pesar de que tenemos a la piña mutante y al lemur afeitado cansadísimos y hasta los mismos de leer y leer relatos para puntuarlos hemos decidido que la mejor opción es dejar más tiempo, puesto que dos semanas puede que sea poco. De todas formas, desde aquí os instamos a que mandéis todos vuestra participación porque el premio, que ya lo avisamos en su día, es muy suculento.
También hacemos desde aquí una petición: señor calvo de Perdidos, deja de enviar tantos microrrelatos, por favor, con uno nos vale. Mickey Mouse también nos ha dicho que quiere participar pero no me fio mucho de un ratón que habla, a decir verdad. Tenéis hasta el 15 de mayo.
Ya sabéis, enviar vuestro microrrelato de 600 palabras máximo al correo 'generaciondelocho@hotmail.es' sin comillas. El asunto debe ser "Me gustan las gominolas de colorines". Tiene que estar en un PDF con un pseudónimo. Muchas gracias a todos por participar, sobre todo a Juan José Millás, que nos ha enviado 852 microrrelatos (es broma, sólo ha mandado 800).
lunes, 11 de abril de 2011
VIAJES E IMPRESIONES. CAPÍTULO OCTAVO
Hablan y sobre ellos se cierne entonces un aura de trascendencia espiritual, de mística erudición que tal vez sólo sea el humo, espirado despacio, de sus solemnes cigarros puros. Es un leve flamear entrecano, sinuoso al principio, pero que, desplegándose luego en torno a sus frentes anchas, narices ilustres y ojos ausentes, se eleva sobre la mesa del bar y asciende a los níveos balcones incrustados en la roca, bajo el cerro impresionante de la torre medieval. Allí arriba, en lo más alto, los cuervos lo sacuden, lo desgarran, y a su escándalo y su vuelo tortuoso responden a menudo las miradas, las de ellos y la mía, para pronto regresar –a los balcones, a esta calle, a este bar – impregnados del azul del mediodía:
El silencio, justo a continuación, da cabida a los graznidos del cielo, pero a ellos no les entusiasman demasiado. No hay atmósfera envolvente que admirar. Ni siquiera parecen ser conscientes, aquí y ahora, del hermoso y escarpado torreón que se alza cincuenta metros sobre nosotros, ni del cielo esplendente que lo dibuja y delimita entre los aires, ni aun del vasto tornasol de las macetas dispuestas calle arriba. Son ancianos: Hombres muy capaces de embriagarse con el busto insinuante de una mesera jovial, pero remembranzas vivientes, al fin y al cabo, de la carne palpitando entre manos arrugadas por los años; una vida ya vivida y el deseo efervescente y reprimido de volver. De volver a ser hermoso, por supuesto, y optar a sostener sobre el regazo un mundo entonces más hermoso que ellos mismos y al que ahora sólo queda sonreír entre las canas. Sobre ellas se pasean ambas manos bien abiertas, y la joven marcha adentro cargada de vasos, así que vuelven a su moderna conversación celebrando un aire de muecas demasiado barroco:
Son aseveraciones incoloras, como pequeñas instancias elevadas al cielo a regañadientes. La resignación transformada en humo de tabaco y magnificada por un paisaje del que ellos mismos son parte ineludible, como el cielo, los cuervos o el castillo. Miran de lejos algo que ya jamás compartirán con el destino –la joven camarera – sin tasar lo que el azar les ha brindado en realidad por el simple hecho de ser, de haber sido en esta historia y lugar extraordinarios. Como el poeta que no canta a su mujer sino cuando de ella sólo quedan tres iniciales sobre una piedra, envejecer aquí los ha habituado a la magnificencia y privado, así, de reconocer el halo de magia que los envuelve. El aura del que sólo yo disfruto por el simple hecho de no ser parte constituyente.
Ahora la mesera viene a mí oliendo a carne en salsa de tomate.
Un plato de la tierra, me dice, y en su guiño y voz entiendo que tampoco es de por aquí, que tal vez ella, como yo, tenga la inútil capacidad de abstraerse. Antes de volver a entrar se ha parado en la puerta y respirado hondo. Yo lo hago a menudo desde mi llegada esta mañana, como queriendo acaparar cada centímetro cúbico del aura que he descrito. En dos días habré vuelto a la ciudad y tocará olvidarse un poco de estos halos. Por el momento, y como denunció Machado que no se canta a lo que se tiene hasta que se pierde, yo seguiré cantando.
Alberto Cancio García
sábado, 9 de abril de 2011
viernes, 1 de abril de 2011
Certamen LectorOchos I
Las bases del certamen son:
- Tema: Un día de lluvia.
- Extensión: 600 palabras máximo.
- Fecha límite de entrega: 15 de Abril del 2011.
- Premio: el premio constará de un microrrelato escrito por cada uno de los componentes de la generación del ocho en exclusiva para ese motivo. El tema del microrrelato lo propondrá el ganador de este certamen literario. Los microrrelatos serán enviados sólo (llamadme rebelde) y exclusivamente al ganador, pudiendo éste publicarlo en su blog o dónde le venga en gana siempre y cuando estén los nombres de los creadores en el mismo sitio (es decir, no vale hacerse dueño intelectual de nuestras obrillas).
- El jurado estará formado por: un lemur afeitado, por una piña mutante y por algún bicho extraño más.
Los relatos han de enviarse al correo electrónico 'generaciondelocho@hotmail.es' (sin comillas) en formato PDF y firmado bajo un pesudónimo. En el asunto del correo hay que poner: "Me gustan las gominolas de colorines"