No creas que supuso el fin del mundo
tu abandono. Dejarme
sólo fue una reprimenda: el sofoco,
el frío desengaño o
la toma de conciencia…
Mas, yo ya conocía ese dolor,
pues hube de sufrirlo de igual modo
en la helada bañera, al recordar,
de pronto, enfebrecida por la rabia,
no haber encendido el calentador.
El tiempo se detiene, algo acaba.
Pareces suponer el fin del mundo,
pero basta salir de la bañera
y correr en pelotas por tu casa.
Alberto Cancio García
los encontré por casualidad en un librito durmiendo en la estanteria de La Clandestina.
ResponderEliminarme ha gustado descubrirlos, sobretodo porque estamos del otro lado de la Bahia.
besos fuertes desde el Puerto de Santa María.
:O ¡Vaya! ¡Aquella actuación en la Clandestina da sus frutos!
ResponderEliminarVeronika, es algo así como... mágico, sentir que alguien ha estado leyéndote sobre papel, por un despiste de la casualidad quizá, en una esquinita del mundo tangible, sosteniendo tu creación con manos y alma reales. Lejos de estas pantallas, el aire fluye. Y en él estabas tú cuando nos conocimos :)
Así, pues, un gran abrazo desde este lado de la Bahía, y espero que disfrutes del Blog. Si quieres un consejo, lee entradas antiguas. Hay relatos curiosos por ahí abajo.
Mil besos.