menudos y feos como roedores,
y advertir, de la grave encorvadura
de su espalda, un poema de brío.
Qué terrible atisbarlos en los bares...
donde ensayan los giros de su nombre
y lo reescriben por si queda alguna
duda de que ellos: firman libros.
Qué execrable ruido ignoto, su canción,
cebada con el fuego de otras vidas
soberanas que nunca emularán.
¿Qué solemne panteísmo les dictó
las reverencias que ejecutan? Si tal
vez fuera de color la vanidad...
Alberto Cancio García
picha floja, malandrin, mea pila, chupa gaita, mentecato -este último es mi favorito-.
ResponderEliminarun besoak
Todo eso y mucho más. Merece un viaje sin fin en hidro-pedal...
ResponderEliminartotalmente de acuerdo :)
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