es el aire caliente
que expide la boca de otro
que no te conoce.
Que no la conoce.
Hierve la lengua
y la sangre en tu alma
se vuelve ceniza desecha.
Él corre a besarla
sin miedos,
y entonces respira tranquila
en su abrazo ferviente.
Y en ti la abrasada sonrisa
no es sino el vago recuerdo
de un tiempo en que sí la besaste.
Alberto Cancio García
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