miércoles, 25 de agosto de 2010

Vizco vistazo funesto

Ahora observo de reojo el coche fúnebre que pasa
y que se marcha, tan ajeno, hacia Dios sabe qué Demonios
Veo caras compungidas en la negra procesión:
gentes blancas, tan anónimas, llorándote en silencio,
cada una en su automóvil, sin adornos; y sin pausa,
van siguiéndote entre lágrimas,
negras, de humo de motor.

Yo no sé quién eres. O quién eras, hace poco.
Mi reojo es incapaz de atravesar un ataúd,
y así vistos, momentáneos, ¡todos son tan parecidos…!
Más valiera imaginar que fuiste viejo satisfecho,
y que son tus cuatro hijos los que miro de reojo,
o que aquella de las lentes, vieja guapa, tez silente,
llora el dulce y cruel recuerdo
de lo mucho que te quiso.

Pero yo no sé quién eres. O quién fuiste, hace ya un día,
porque como el agua es hielo, así, el sosiego, aire severo,
y el semblante de esa vieja dice amor también de madre.
¿Y si tú, viejo paciente, a su lado, conduciendo,
eres quien imaginé delante de esta comitiva
y es un hijo, de esos cuatro, en realidad, a quien lloramos?
Un varón entrado en años, muerto por aventurero,
un aciago compañero
con mil vidas que contarme.

Sólo espero que en tu cueva o tu barranco, un pensamiento,
dulce, impávido, rehuyera y rechazara el corte acerbo
de las piedras, y ahora alcance a vislumbrarlo en mi reojo,
remontando suavemente cumbres bastas de edificios,
y posándose en su dueña, mustia y gris de desconsuelo.
La más blanca, la más leve, la del llanto seco y vivo,
que revuelve los matojos de pañuelo y de saliva.
Cierras tú esta cabalgata de la muerte y del olvido,
y apoyada en la ventana
te oigo entonces: ¡Ay, mi niña!





Alberto Cancio García
Fotografía: Google

9 comentarios:

  1. Qué bueno. Y qué rítmico. Acabo de leer el mejor poema que ha salido de tus manos. O al menos eso creo. Enhorabuena, amigo mío.

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  2. Jeje, gracias, apañero. Aunque ahora, releyéndolo, me doy cuenta de que no tiene la chicha que pretendía. En fin, sigamos trabajando. Un abrazo.

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  3. Hermann Hesse, en Narciso y Goldmundo, reflexiona sobre el resultado de las obras de arte: normalmente el creador no queda tan satisfecho con la obra como lo estaba con la idea preconcebida.

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  4. =)

    Bajo mi punto de vista empieza mejor que acaba. Pero no soy quién para opinar sobre esto. Es sólo una opinión de alguien que no entiende del tema =)

    Un besazo Alberto

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  5. ¡Oh, nononono, explícate, por favor! Me interesa mucho saber qué te parece a ti, precisamente, que no echas cuenta a calidades métricas y demás floripondios estéticos... Dime. ¿Qué te dice? Y lo más importante... ¿qué no? Gracias a los dos por comentar :)

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  6. Alberto, es buenísimo, con ese punto de ironía que tan bien le sienta. Y el ritmo muy conseguido.
    Creo que no tiene desperdicio, de veras.
    Besos y gracias por el disfrute.

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  7. Gracias un vez más, Isabel. Me alegro de ese disfrute :)

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  8. Debo decir, con sinceridad y espero que sin ofender, que aunque no me guste demasiado lo que soléis escribir... Siempre paso a leeros y por suerte, a veces, me encuentro con cosas como esta. Me ha gustado, sí, señor, pero si me permites una tonta objeción diría que le falta más ritmo y rima... Parece que van decayendo conforme avanza, pero ya te digo, me ha gustado :).

    Un saludo!!

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  9. Vaya... al fin una voz disonante y sincera. Empezaba a preocuparme por falta de críticas negativas al Blog, y quizá sea eso mismo lo que necesitaría para despegar de la inactividad.
    Gracias por dejar aquí tu comentario y por dar tu opinión respecto a este poema.
    Desde mi punto de vista, el ritmo y la rima son aquí, sobre todo en la primera parte, excesivos y rimbombantes. El poema entero puede cantarse como una canción de rap, ciertamente. En cuanto a la diferenciación de velocidad que propongo entre la primera y la segunda parte (y refirámonos también a la rima, que se dispersa), no responde más que al ritmo que he imaginado que trazaría un reojo de principio a fin.
    Cuando miramos un objeto de reojo recibimos al principio un impacto muy directo y concreto de su imagen, que poco a poco va difuminándose y enriqueciéndose con sus matices y aun con matices ajenos a él. Luego, si lentamente devolvemos la mirada hacia delante, el objeto se vuelve aun más difuso, se mezcla y contamina con el resto de imágenes percibidas y con nuestra imaginación. Finalmente muere, es probable que a manos de una interactuación de otro sentido, que en este poema es el oído.

    Sé que estas interpretaciones no valen la pena para un poema tan pésimamente elaborado, falto de agilidad y prestancia, pero dicha queda mi opinión.

    Un saludo y gracias por leernos :)

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