martes, 15 de marzo de 2011

Luz

Pensé que si cerraba los ojos podría ver todo aquello que con los ojos abiertos (o entreabiertos) no podía ver, simplemente porque no había sucedido. Fue fácil imaginar mis manos en sus caderas, pequeñas y huesudas. Fue fácil imaginar mis dedos peinando su pelo, contando sus lunares. Ya me lo dijo ella misma, lo que no puedas tener en la realidad lo tendrás mientras sueñes despierta. Era inquietante sentir su piel sin rozarla realmente. Ella solía decir, entre risa y risa, que un día me besaría, para ver que sentía. ¿La beso?, esa idea rondaba mi mente cada vez que oía eso de su propia boca, pero nunca la besé. Siempre hacía preguntas interesantes, me hacía pensar, por eso me gustaba tanto estar con ella, pero ella no sabía apreciar la magnitud de lo decía, no veía, como sí veía yo, cuantos kilómetros alcanzaba la onda expansiva de su curiosidad. Cuando las palabras salen volando ¿qué queda Luz? ¿El silencio?, No. Queda la desolación, ¿el silencio nunca desaparece Luz? Y entonces yo me callé porque no sabía que responder. Me encantaba que me llamase Luz, era la única que lo hacía, y yo me sentía infinita cuando esas tres letras salían de su boca. Luz tengo una cosa que decirte, dime, me encanta tu sonrisa. Sabía conquistar a cualquiera, sin darse cuenta, sin quererlo, era auténtica. Una vez estuvo en el hospital, y allí estuve yo día y noche con ella, cuando se despertaba me decía, Luz vete a dormir. Pero ¿acaso no sabes que desde el día en que te conocí no duermo? Ella sonreía e intentaba seguir descansando. El día que llego a mi casa, empapada, sentí verdadera lástima por ella. Estaba calada hasta los huesos, pero sonreía. ¿Te importa que me quede hoy aquí a dormir Luz? No respondí y ella entendió que podía pasar. Le preparé una bañera caliente, la seque, la vestí, y ella solo sabía sonreír. No hablamos en toda la noche. Y ya nunca más hizo falta que hablásemos de algo que no queríamos, nos entendíamos con la mirada. Luz, dime, abrí los ojos y desapareció. Fue fácil imaginarla.

Eva Te


11 comentarios:

  1. Es precioso. Y tristísimo. A veces nos cansamos de soñar y necesitamos contar lunares de verdad.

    ResponderEliminar
  2. Así lo expresó Emma: Me encanta lo que Eva tiene en la cabeza :)

    ResponderEliminar
  3. =O mmm... me encanta. Deberías hacernos el favor de escribir aquí más a menudo =)
    A veces creo que soñamos demasiado, más incluso que lo que vivimos... jejej

    ResponderEliminar
  4. Y a ti por publicar... no sé a qué esperas para presentarnos tu "certamen"...

    ResponderEliminar
  5. Pues a mi no me parece nada mal dar rienda suelta a los sueños y la imaginación... lo malo viene si no sabes diferenciarlos (o no quieres) de la realidad)
    Realmente precioso :)
    Tes sigo leyendo.

    ResponderEliminar
  6. Me pareció PERFECTO. Increible la verdad, hace mucho no leía algo tan lindo.
    Un gusto conocer tu blog, te espero en el mio.

    ResponderEliminar
  7. Una vez estuvo en el hospital, y allí estuve yo día y noche con ella, cuando se despertaba me decía, Luz vete a dormir. Pero ¿acaso no sabes que desde el día en que te conocí no duermo?

    ....

    ResponderEliminar