martes, 20 de septiembre de 2011

Por el amor de dios

Era una chispa distinta
la de entonces: daba risa, 
y yo ya no sé si te acuerdas.
Se hablaban las cosas
sin miedo, despacio
porque iba despacio la vida
y movía a llenarla de pedos;
sin lúcidos juicios que hirieran
la base de amarnos recíprocamente,
con cada palabra, en un sincretismo
sediento de a cuál más brutal Tontería...
¿recuerdas, mi viejo, cuando era  nuestro mundo
por sí solo maravilla,
y no precisabas urdir otros nuevos?



Alberto Cancio García

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