jueves, 10 de febrero de 2011

VIAJES E IMPRESIONES- CAPÍTULO PRIMERO

Cuánto mejor sería que no existieras tal como existes aunque te quiera.

Cómo ensordece, intoxica, difama, adultera, ofusca el trajín de tus calles y avenidas, grises hoy, porque aun no es de día.

Qué fatídica destreza, ésta de tus gentes activas y edificios diligentes, correteando a un lado y otro del flemático autobús.

Qué poco gustas, prisa de urbanidad, y sin embargo con qué gracia te me contagias mientras escapo, directo a la estación, y con la incertidumbre de si llegaré a tiempo.

Ofendes al mundo, como todas las ciudades, pero no a mí cuando digiero despacio: Eres coches a mi alrededor, sí, eres ruido y eres humo, estrés de rubia guapa, hormiga con chaqueta; pero no nos engañemos: algo tienes. Algo tuyo, más pausado, algo intrínseco y ligado, que ya casi ni lo pienso…

Era el Mar. Es su Abrazo. Cuan pequeñas son tus calles Él las llena de colores y de conchas y murallas de crustáceos. Y eres coches, y eres humo, sí, pero luego del trabajo, esa rubia va a la playa y se calienta sobre arena, suena el aire a caracolas cuando mueve la cintura, y a la par el viejo ríe, contemplando cómo mira a la muchacha esa hormiguita con chaqueta.

Mar tú eres, no otra cosa, y no obstante me olvidé..., me olvidé la despedida. Pero bueno. Son dos noches. Sólo dos de tus albadas faltaré. Y ya no más por estas fechas. Ni siquiera tendré tiempo para echarte algo de menos. Sólo espero regresar con mejor letra y mejor vida, y aprender lo que tu prisa ya ha dejado de enseñarme.

Ya contemplo la estación que es mi objetivo esta mañana. Síndrome de escape. Vía de fuga alternativa. Huida de rubia, pisotón al hormiguero. Algodonales. Montaña. Lejos. Solo.

Yo.


PD: Si no llega a avisarme el conductor, me paso de parada y sigo hasta la Plaza de España aun con la estación frente a mis narices. Esto no empieza bien.




Alberto Cancio García

2 comentarios:

  1. me encanta tu jodido dominio del lenguaje, tu forma de alterar incandescentemente el orden sintáctico de la oración, el contraste. me casaría contigo por el simple hecho de mudar mis versos al mar.

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  2. Sé exactamente a lo que os referís..., pero el mar es muy amplio, Milady, ¡y tiene olas!

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