Sé que verías en mí
algo distinto.
Llegarías y dirías:
Saquemos al artista
que hay en ti.
De esta forma, y esto otro
se hace así.
Sabrías exprimir
el jugo en la aceituna
de mis tardes,
vendrías al poco
a embriagarme
recitándome algo tuyo,
y luego, sentados a una mesa,
confiarías tu secreto de luna
a cuatro camareras:
Ser de donde se sea,
para no perder el sino,
viajar con la marea
para no perder el sino,
viajar con la marea
y andar a donde quiera
que diga tu borrico.
¡Ay, Federico,
qué maravilloso si ahora,
como otros hicieron contigo,
pudieras venir
a mostrarme el camino!
Alberto Cancio García
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