jueves, 9 de septiembre de 2010

Problema léxico-temporal


No sé si decir que es fácil o que no es difícil, ciertamente no es lo mismo lo uno que lo otro. En ello gasté buena parte de la mañana, en decidir que expresión sería la más correcta. Hablar como es debido es ya una obsesión, como ordenar los libros por tamaño o las especias por colores. Pero la cuestión que me rondaba iba más allá de una simple complicación léxica.


Hace unos años compré a través de una subasta un reloj de pared, de esos que ya hoy en día pueden considerarse “antiguos”. No había dado problemas de funcionamiento, los únicos problemas causados por el reloj se situaban en el extremo más alto de mi cuerpo, cada vez que llegaba el momento de restar una hora de vida. La manilla que contaba sesenta sin cesar su movimiento circular ni un solo instante parecía fatigada aquella mañana, como si le costase trabajo avanzar en el tiempo. Realmente me sentí asustado, no podía concebir los minutos más largos de lo que ya lo eran habitualmente, y parecía, a simple vista, que aquella mañana la trayectoria del segundero había duplicado el tiempo que necesitaba para recorrer el círculo. Solo fueron necesario dos minutos (cuatro) para ratificar mi primeriza suposición. En el momento no vi problema, pero luego caí en la cuenta que estaba viviendo dos minutos reales de los cuales, solo de uno de ellos quedaba constancia material. El tiempo físico real era el que quedaba marcado en el reloj, por lo que viviría cada día cuarenta y ocho horas de las que solo tendría que restar veinticuatro a mi existencia terrenal, es decir, de cada día gastado obtendría otro como obsequio, por lo que mi vida se remontaría al doble de lo que está estimado. Después de esto acerté a encontrar otra posibilidad. El tiempo real gastado fuesen dos minutos de los cuales solo habría vivido uno, de modo que en contraposición a lo anteriormente expuesto, viviría cada día doce horas reales, aunque en el reloj quedasen marcadas las veinticuatro que se supone que debería vivir.


Ante esta última opción posible frente a mi “problema mañanero” pensé que era fácil o que no era difícil sentirse asustado, estuve al menos una hora decidiendo que cuál sería la expresión correcta, o quizá fusen dos horas o solo media, eso aún no lo he terminado de descubrir. Cada cosa a su debido tiempo.
Imagen y texto: Eva Te.

3 comentarios:

  1. Para empezar hay que decir que no había visto esa foto nucan, y me encanta.

    Para seguir decir que este texto es... wau. Tú ya sabes que los textos que tengo que leer varias veces para poder enterarme bien de lo que leo me parecen estupendos. Pero este me lo parece aún más, ya no por cómo esté escrito, sino más bien por la idea, porque creo que es dificilísimo materializar una idea tan complicada en palabras y frases tan bien como lo has hecho tú. Me parece muy admirable.

    Vamos, que me encanta!

    ResponderEliminar
  2. Tienes una mente (yo diría una sensibilidad) muy adecuada, no ya para el Arte en general, que también, sino para el arte que, considero, empieza a ser indispensable en nuestros días.
    Fuera cumplidos o halagos vacíos, creo que esto es LO QUE HACE FALTA. Así que sigue currándotelo y en unos años habrá menos gente que visite al psicólogo.

    ¿Por qué no nos dedicamos a vivir con naturalidad y regalamos el surrealismo, nuestras ramas de locura, al Arte?
    El libro sería una puerta abierta realmente a otro mundo, como un espejo del que aprendiéramos lo malo que podría ser, y no es.

    Mil besos, Eva Te-quiero
    :D

    ResponderEliminar