domingo, 5 de septiembre de 2010

El grito

...y llegué a la soledad embriagadora, tan eterna, de esta playa inabarcable,
tan oscura al caer la noche, para dar cobijo a locos y tan locos.

...y llegué solo, loco, claro, embriagado y tan eterno, porque quise caminar sobre la arena
muy a tientas, y beberme el infinito y adentrarme en la penumbra.

...y lo hice para verlo, una vez más, y sin verlo detenerme... y escuchar ese lamento,
que es la brisa, y los gemidos, que son mar.

...y el terror de cantos fúnebres, rumor de sus cañones... de leyenda, que no están,
y uno lo sabe, pero loco, y embriagado, claro, ¡quién va a sospechar!

¿Qué deseos alimentas, tú, que soy yo, frente al grito violador del horizonte inalcanzable?
¿Qué es lo que mantiene, tan ardiente la esperanza

de ser libre, de marcharte, muy, pero muy lejos, hacia el fondo, lo invisible, lo mezquino,
lo temible? Y regresar de la aventura, quizá muerto, fracasado...

...calla tú, que tú eres yo, y yo llegué a la soledad, embriagadora, casi eterna, de esta playa inabarcable para hablar y no dudar; y jurar y perjurar

lo inasequible y prometer, a sabiendas de estar loco, que algún día, muy lejano, os traeré,
sobre las manos, o encerrado en un arcón, el legado de los sueños imposibles,

las verdades y quimeras con que siempre, loco, claro,
endulcé la hiel amarga de mis labios infantiles.






Alberto Cancio García

4 comentarios:

  1. ¿Eres humano? Si has escrito esto, no puedes serlo. Imposible.

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  2. Has dado en el clavo, Ámbar. No soy... humano. Soy un... ente... extraño..., un... reflejo..., un..., un... ¡un grito! ¡Un grito de otro tiempo muy, muy lejano, del que tú oyes sólo el eco!
    Quién..., madre de dios..., quién proferiría ese grito que aun perdura...

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  3. Increíble. Es que no puedo decir nada más.
    ¡Me encanta! =D

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