viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz 2011


Esta mañana, por medio de una epístola deliciosa, he recibido el encargo de desearos, en nombre de la Generación del Ocho, una feliz entrada al año 2011. Ya me gustaría transcribir el encargo, pero me faltan energías y tiempo. Dejo, pues, sus deseos resumidos en una imagen que, por gentileza de Eva Alcázar, ha llegado hasta mis manos con el objeto de ilustrar mis palabras.

Salud.

Literatocho,
musa de la Generación.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

ENTRETENIDA E INMADURA POESÍA ADOLESCENTE

A LA MIERDA

Lacónica preocupación por lograr mis objetivos;
horas muertas de mi soledad que nada significan;
¡Afloren los sentimientos de miedo y rabia
en aquel, yo, que ve en morir una costumbre ya viciada!

¿Qué lucha (vida) es esta, sin rumbo ni razón?
¿Cuál, si no, la dirección de mis entrecortados latidos?
Curiosidad entomológica que es mi buscar...
las respuestas, las caricias, la mentira...tal vez la verdad...
¡Que el vacío incandescente deja en frío la existencia!

Me llaman, acudo; me ignoran, escucho; me odian...
y yo, amo... ¡¡No hay maldad aquí dentro!!
Pero sí miedo y vanidad, impotencia asesina ante el rito y la tortura.

¿Qué sentido este vivir, llorando accidentes,
si, “desta suerte”, a todos ronda la muerte,
brutal, que hace de lo bello cosa inerte...?
...asqueroso burdel de las ilusiones, la vida...

Tras la lucha inventada y el sufrir del gigante
las canas y el hedor enloquecen al vivo...
sangre, que no fluye; corazón, vencido.

¡Tantas noches ocupadas, en mi propia hipocresía pudriéndome!
¡Tantas quejas injustas y suicidas!
No quiero vida para daño cruel hacer...
que si el mayor mérito es no hacer pudiendo,
yo lo hago con creces, aun sin querer...

Amor, que ya no hay..., no lo veo..., solo estoy;
triste, me cuenta mi automarginación tras sus muros de piedra.
Vida... ¿y qué? Lobo soy para el humano, pronunciando estas palabras,
¡autómata de la ignorancia!, les escucho a mí acusar...
¡Bah!


I

- ¡Ay qué desgracia la mía!
¡Hay que ver, pobre de mí!
¿Cómo escribir la poesía
si mi único boli perdí?

¡Madre, una pluma yo quiero
pa ser el poeta que fui!
-Niño, no tengo dinero,
¡Ve y escribe con la narí!-.


II

Ha tenido que ser hoy,
justo a la muerte del crepúsculo...
Ahora, bajo el azul apagado
de este aire humedecido.

Ha tenido que ser hoy,
frente al mar metalizado...
Ahora, contemplando con ira de fuego
aquel horizonte curvado.

Ha tenido que ser hoy...
día gris para la esquiva,
cuando, solo, he descubierto
que no importa que maldiga,
que no importa a dónde voy,
que da igual si me despierto
o si dejo que el sueño viva...

Porque no, no vivo en este vuestro mundo.
No vivo aquí, inoportuno,
como queriendo destrozar vuestros valores infecundos.

Que no. Que no. Que no.
¡No soy del siglo XXI!


III

Inmenso estanque brillante,
como eterno país ondulado...
¡Ábreme tus puertas!
¡Déjame vivir en ti, mi amo!

Sí. Un Dios eres para mí,
poderoso pero humano.
Porque en ti la lozanía de una flor del alelí...
Porque en ti las explosiones de un viejo malhumorado...

¡Déjame fundirme en ti, malvado!
¡¡Llévame por siempre atado, aunque deba así morir!!



IV

Anochece en esta playa
solitaria aunque embustera,
pues detrás de mis ojos el mal
se cierne sobre la tierra.

Y yo, sin embargo, muy quieto,
tumbado tranquilo a tu vera,
imagino que tú eres lo único
que en derredor, mi cuerpo rodea.

Y libre de ansiedad ciudadana,
tu prisa distinta recorre la tierra
y se traga cruelmente los granos
que, crueles, mis manos agrietan...

¡Vence tú, mar gaditana!
¡Cómete la tierra fea!
¡Haz tu vaivén más amplio
y llévame con la marea!

V

No me hace falta tinta
para escribir silencios.


TIC – SHHH (I)

Sugerente y vil silencio tal de aquí esta oscura noche.
Suave atmósfera insonora y, en quietud, algo inquietante.
Sustancial abrevadero para sueños y derroche.
Suspicaz como la nada frente al íntegro ignorante.

Sólo hay algo que interrumpe cuan poder la nada tiene,
el "tic - tac" de los segundos, anunciando breves pasos,
dibujando el adelanto, la presente o el retraso,
regidor de todo y nada, mucho o poco, y así va y viene.

Tanta mala servidumbre e inocente complacencia,
hacia vos, silencio inmundo, y cruel el tiempo encaprichado,
que los sueños, ilusiones y versos sin competencia
descuartizáis y demoléis tal si fueran ser de barro.

Libertad sin condición aun poseéis en vuestro enlace.
¡Cuán deseo de partirnos en pedazos se os distingue!
Carcajadas de silencio los segundos van dictando...
pues los ojos ignorantes del que hoy no ve la muerte,

mañana empañarán dos mil pañuelos de mortales
que lloraban, han llorado y llorarán con desconsuelo,
ignorantes más aun de su impotencia ante el espejo
en que juntos, "Tic-..." y "Shhh", danzan danzas infernales.


TIC – SHHH (II)

Quizá silencio y tiempo, imparables saqueadores
sean rectos regidores de ritmos universales,
de la nada y el desorden regidores principales,
de lo todo y lo perfecto revisores mensuales.
Mas, aun, mi puño en guardia, me atrevo, al fin, a señalar,
que desafío con valor a su tic-tac más navajero,
que atrofio, sin perjuicios, mis vocales hacia Nada,
y que me enfrento en contradicho a semejantes carceleros.

Pues sí, existen ritmos no en comunión, asonantes,
no bajo control, redundantes, “baji” y altisonantes,
reverberantes e irreverentes, “malhumeantes”...
Pues sí, conozco ritmos impares, antimilitares,
contra tiempo y silencio dictatoriales.
Ritmos libres y excitantes, ritmos lentos y fugaces...

Como el ritmo de los besos que secuestran nuestras bocas,
masacrando al segundero tras cristal inamovible.
Como el ritmo de caricias imparables y calientes
que sin duda neutralizan el semblante de un tirano.
Como el “tic-...” de nuestras pelvis, contratiempo exacerbado,
que difiere de la Nada hacia un lugar sin enjaulados.
Como el “shhh” de nuestras lenguas que preparan la partida
enculando al cruel silencio con orgásmica llantina.


VIDA Y LUZ

Quiero vida, sí.
Y sí, quiero luz.
Quiero vida y quiero luz.
¿Y quién no? ¿Acaso tú?

La muerte desconoce el sentir de lo que hoy se formula en las mentes...
Y la oscuridad extingue ilusiones, inventadas, pero aparentes.





Alberto Cancio García

viernes, 24 de diciembre de 2010

Homenaje a Carlos Edmundo de Ory

Esta tarde, mientras hacía limpieza con objeto de tener la casa presentable para la cena de Nochebuena, he encontrado un pedazo de papel de cuaderno escolar antiguo, abarrotado de tinta negra y letra casi ilegible, que hubiese arrojado a la chimenea de no ser por la extrañeza de la firma, la cual declara la existencia de un ente privilegiado, capaz de otorgar lo que muchos llaman inspiración en las mentes perversas de cuatro jóvenes distraídos del mundo; y no contento con la inmensidad de mi espíritu curioso, he empleado media tarde, como si de media vida se tratara, en descifrar los códigos inscritos en este trozo de árbol impedido de amar, pues si impedido queda alguien de sus actos, motivos habrá para ejercer sobre él la influencia de las cadenas, y pues no podía ser de otro modo, mi instinto me llevó a transcribir el contenido, que no he comprendido aún, tal es la facilidad de engaño que el ser humano tiene cuando se enfrenta a las palabras. Así pues, quizá haya algún interesado en recuperar la información de un documento ya extinto de la memoria de lo que nuestro abuelo llamara, con razón, poesía, de modo que me han encomendado la labor de enseñar este mensaje y argumentar mi incertidumbre con un nexo gráfico como prueba de su valía.


«Querido diario:

»Han pasado cinco días desde que, a eso de las diez menos cuarto de la noche, se abriera el telón y aparecieran, sobre el entarimado, cuatro jóvenes de aspecto distraído que se hacían llamar miembros de la Generación del Ocho. Uno de ellos, el primero en irse del escenario, quizá por timidez, es quien en nombre de los demás me dicta ahora estas líneas de agradecimiento que escribo en tu cuerpo, tallado en cuadros y con una réplica del Hombre de Vitruvio. No se asemeja al texto creado para la ocasión, que no se reproducirá en palabras en este bloc, porque ha sido entregado a un poeta amigo de la Generación para incluirlo en un libro que recoja todas las adhesiones a este homenaje.

»Carlos Edmundo de Ory murió con 87 años y ha resucitado este lunes, a poco más de un mes de la desgracia, en el aula magna de la facultad de filosofía y letras de Cádiz, acompañado de su familia, de cautautores, de muchos escritores y catedráticos universitarios, y de un humilde grupo de estudiantes que un día decidieron hacer un pacto con la literatura, como si ésta les ofreciese la inmortalidad. Lo cierto es que inmortales se sintieron durante cinco minutos por varias razones: porque apagaron las luces de butacas mientras salían al escenario a representar una dramatización de un manifiesto de fidelidad literaria; porque doscientas personas guardaron silencio con la curiosidad detrás de la oreja; porque compartieron escenario con Luis Eduardo Aute, que aguardaba sentado el último momento de la noche; porque se les permitió exponer parte de su personalidad sobre un entarimado lleno de portadores de un conocimiento previo; porque hasta la viuda de Carlos Edmundo se sintió conmovida con el breve espectáculo; y, en fin, porque sentían muy cercano el calor de la poesía edmundiana y de sus propios amigos, que los observaban desde sus asientos, unos con la cámara en la mano, otros con los ojos abiertos de par en par.

»Así fue el homenaje que pudieron rendirle al hijo predilecto de Cádiz, que paso a paso hizo de la poesía una vida con labios oscuros. Quiero enseñarte el vídeo de la actuación, donde el capitán Cancio lee el discurso que saldrá publicado en ese libro de homenaje que prepara Jesús Fernández Palacios con otros compañeros. Gracias, Jesús, en nombre de estos aspirantes a poetas.


Literatocho,
musa de la Generación»


[NOTA DEL COPISTA: En el reverso del manuscrito se agradece también la labor de Adrián Perales (gadi), quien se encargó de grabar con su magnífico pulso este vídeo]

lunes, 20 de diciembre de 2010

Un

Tengo una simple y mundana cabeza.
Ocasiones tuve de demostrar lo contrario y ni quise
Ni pude por convención o por mi desvarío
Tétrico, auténtico, absurdo y ávido de
Opciones para no argumentarlo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

EXPLICACIÓN DEL SIGNIFICADO DEL TEXTO TITULADO "CALÍOPE", TRES O CUATRO ENTRADAS MÁS ABAJO

ADVERTENCIA: No lean esto si prefieren descubrir el sentido del texto por cuenta propia. Como nadie ha llegado a una conclusión plausible, describiré aquí su significado:

En realidad, si estuviésemos acostumbrados a "el buen leer", primero buscaríamos el significado del título. Con ello uno puede hacerse ya una idea bastante clara de por dónde irán los tiros.
Pero no contemos con ello, ¿de acuerdo? Pongámonos en el caso común: Como el título no nos dice nada útil y uno siempre lleva prisa, pasamos directamente al diálogo.


" - Disculpe, ¿me haría usted un favor?.
- Sí, dígame.
- ¿Me haría usted otro?.
- ¿Cómo dice?.
- Gracias. Muchísimas gracias."


Bien. Todos habrán supuesto que esta conversación tiene lugar entre dos personas. No conocemos el contexto en que se hallan ni otras características específicas sobre ellas, pero lo que sí podemos intuir es que no se conocen, o al menos no demasiado: "Disculpe", "usted", "dígame"...; la cordialidad en el tono de ambos lo desvela.

Tenemos, pues, a dos personas que no se conocen en exceso y que se disponen a una conversación. Una de ellas, llamémosla Emisor 1, abre la comunicación de esta manera:

E1-"Disculpe, ¿me haría usted un favor?".

La persona hacia la que va dirigida la petición (Emisor 2) responde displicente a E1:

E2-"Sí, dígame".

Hasta aquí no hay problema. Una persona necesita un favor, lo pide a otra persona, y ésta se siente en disposición de contentarle. Ahora bien, la respuesta de E1 resulta algo chocante, ¿no es cierto?

E1: "-¿Me haría usted otro?."

¿Qué ha ocurrido? E1 pide "otro" favor. No es el mismo. Es otro. Y nadie entiende por qué, cuando ni siquiera ha especificado la naturaleza del primero. Pero la extrañeza no nos concierne sólo a nosotros:

E2: "-¿Cómo dice?"

E2 siente que se ha perdido de repente. E1 le ha pedido un favor, él manifiesta su disposición a concederlo y sin embargo E1 no lo especifica, no lo pide, sino que pasa directamente a pedir otro. El "¿Cómo dice?" representa en este contexto la sorpresa, la incredulidad, la sospecha de que E1 no pretende una interacción normal.
Pero aquí no acaba la cosa. Tras la segunda intervención de E2, E1 responde:

E1: "-Gracias. Muchísimas gracias."

Esta es la clave. El agradecimiento de E1 sugiere algo que no podíamos haber imaginado: ¡El favor se ha consumado!

Así, releyendo el texto, entendemos que el primer favor también ha sido concedido, y que ésta es la razón de que E1 considere oportuno pedir otro. Ninguna de las peticiones de ALGO queda en el aire para E1, aunque E2 no entienda, como nosotros, qué demonios ha hecho para conceder ese ALGO.

E1: - Disculpe, ¿me haría usted un favor?.
E2: - Sí, dígame.
E 1: - ¿Me haría usted otro?.
E2: - ¿Cómo dice?.
E1: - Gracias. Muchísimas gracias."

Releemos el texto una y otra vez, tratando de averiguar la naturaleza de los dos favores y el momento en que han sido consumados. Esto, probablemente, nos lleve a concluir que E1 sólo pretende la atención de E2. Y, en cierto modo, esto no es erróneo. Las intervenciones -y sólo las intervenciones- de E2 tienen el poder de subsanar las necesidades de E1.


Pero ayudémonos de todos los elementos: ¿Qué podríamos decir de la imagen?
Es una gráfica de sonido. Una pista de audio en la que se halla representada una voz. Todos hemos visualizado alguna vez una pista de grabación digital, y, para aquellos que no dominen el tema, ésta es la apariencia que adquiere la gráfica cuando lo registrado es una voz humana.

Así, podríamos concluir que esa "voz humana" tiene bastante que ver con los secretos que entraña el texto. Tengamos en cuenta que las intervenciones de E2 son diferentes (en una describe "disposición" y en otra "extrañeza") y que sin embargo, E1 considera que ambos favores han sido concedidos.
¿No estará todo irremediablemente relacionado con la voz?


Otras consideraciones pueden llevarnos a meditar sobre el sexo de los interlocutores. En realidad, dadas las circunstancias sociales en que nos encontramos, el sexo no es en absoluto relevante, pero sí lo son las convenciones sexuales:
¿Qué sexo atribuiríamos a cada uno de ellos?

Este texto se asemeja a una adivinanza académica, pero no debemos olvidar que yo lo escribí para hacer Literatura. Y lo es, claro que lo es, como en realidad lo son también las adivinanzas tradicionales.
Los estudios universales sobre Literatura describen la recurrencia de ciertos temas a lo largo de toda la historia de la humanidad. Sobre estos temas se reincide continuamente, sobre ellos recae el interés fundamental del hombre desde su configuración como ser inteligente. Y son -sobra decirlo a aquellos que conocen el Arte- el Amor, el Deseo y la Muerte.

Todo aquel que lea, oiga música, vaya al cine, o dedique su tiempo a la contemplación atenta de obras pictóricas, coincidirá conmigo en que el Amor y el Deseo, en sus diversas interpretaciones y manifestaciones, queda patente en un ochenta por ciento de las obras artísticas conocidas.
Así, cuando nos encontramos ante un texto extraño, ambiguo, con un sentido ininteligible en apariencia, no debemos obviar las relaciones que éste puede guardar con el tema amoroso en cuestión.

Quede claro que estas observaciones no son esenciales para comprender el significado de mi entrada, pero aun así, ¿podríamos relacionar la intencionalidad de E1 con un tema tan recurrente, no sólo en la Literatura Universal, sino en la mayoría de mis escritos, como el Deseo Amoroso?
Sí, claro que podríamos. Y en este caso, las convenciones nos llevarían a identificar a E1 con un hombre o mujer con capacidad de desear a E2.


Pero olvidemos ahora todas estas reflexiones sobre la atracción, sexual o emocional, y lleguemos a la conclusión final.

El título. Qué significa el maldito título: Calíope.
Calíope es el nombre de una de las nueve musas de la mitología griega. A ella se atribuían los dones de la poesía épica o, más concretamente, de la canción narrativa. Sí. Qué chasco. ¿Qué podría identificar este texto con el género de la Épica? La respuesta es: NADA.
Para hallar la única y determinante relación existente entre "Calíope" y la historia dialogada del relato es necesario conocer la etimología del término.

Y es aquí cuando todos hemos de sonreir, supongo, si es que aun seguís ahí: Era sólo eso. Echar un vistazo a alguna enciclopedia y comprobar cómo podría traducirse el título.

Calíope, Καλλιόπη en griego antiguo, Kalliópê, significa en castellano: 'LA DE LA BELLA VOZ'.

" - Disculpe, ¿me haría usted un favor?.
- Sí, dígame.
- ¿Me haría usted otro?.
- ¿Cómo dice?.
- Gracias. Muchísimas gracias."

E1 pretende un favor. E2 le habla, emite VOZ, y el favor queda concedido. E1 vuelve a pretender un favor. E2 le habla, vuelve a emitir VOZ, y el segundo favor se concede.

E1 pretende, única y exclusivamente, oir la VOZ de E2. La E2 de "la bella voz".

Eso es todo. Gracias por leer hasta aquí, aunque no era tan complejo. La próxima vez, cuando leáis un Título y el texto no os desvele su signidicado, buscadlo. Está ahí por algo.




Alberto Cancio García

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Una mañana cualquiera...

Un suspiro. Otro.
Un tímido bostezo
seguido de un resoplar
y otro y otro y otro.
Ya con la garganta aclarada
suena otro suspiro.
Ahora un bostezo no tan tímido.
¿Nadie lo escucha?
¿Nadie se da cuenta?
La docencia está pidiendo auxilio.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Te invito a...

...Un inolvidable paseo por la calle Ancha,
por Oxford Street
o por la playa con Lulú.

También a un café especial
-especial porque es junto a ti-
en el aeropuerto que tú elijas.

jueves, 9 de diciembre de 2010

SIN DESTINO

No siempre existe la posibilidad de errar con tanto tino. Se llama Mérito y viaja conmigo desde hace seis horas.
Aclarémoslo cuanto antes: Uno no es esencialmente responsable de todas y cada una de las vicisitudes con que se topa; y si además esas vicisitudes resultan ser atractivas o, cuanto menos, atrayentes (hablemos de perspectiva), ¿qué hay de malo en agarrarlas por el brazo y morder a tientas el fruto a veces agrio que contienen? Agrio...

Quizá no me crean si les digo que llegué a este tren por accidente: Un error, sí. Un disparate y una catástrofe en la línea semi-indivisible de lo consuetudinario. Pero fue mi culpa. No hubo hierros ni exposiones ferroviarias, no fue el sueño interventor de mis destinos, ni la niebla, ni el dinero, ni un anciano moribundo en el vagón contiguo. Fue tan mío, tan real, tan sincero e inadmisible que las razones se imbuyen en el absurdo de mi historia cotidiana.

No. Ya lo sé. No me creerán tan fácilmente. Quieren que les cuente esa otra historia, ¿verdad? Aquella de una foto en la cartera, de un billete de ida y vuelta hacia París, de una espera sofocante, y la estación, la revista, el corazón... Y su reencuentro taquicárdico también quieren que les narre, eso es, y que describa el sabor y la textura de los besos, la sonrisa, la extrañeza. Y el brazo que acaricia por encima de los hombros y que tira del amante hacia la calle. Él con la maleta a cuestas, muy, muy pesada, sea ésta de quien sea, lleve dentro lo que lleve.

Yo lamento decepcionarles, ciertamente, y no estar a la altura de sus exigencias literarias, pero ninguna de estas cosas que desean tiene cabida en mi relato. Ni siquiera la amante. Ni París. Ni la sombra esperanzadora de un reencuentro. Tampoco la maleta obesa y misteriosa, y quizá, dado el contexto en que me veo, esto debería agradecerlo.
En esta historia de percance, demonios, por no caber ni siquiera yo mismo quepo, pues en general toda asimilación de accidente subyace a la idea extrema, brutalmente opuesta, de lo cotidiano: La equivalencia entre la peculiaridad del hecho irregular y la línea uniforme, metódica, de la realidad común es intrínsecamente negativa; y yo, como digo, no he respetado la ortodoxia en la oposición de estos conceptos.

El tren serpenteaba toscamente el altozano rioplatense y un rail mal emsamblado lo lanzó hacia el precipicio.

¿Ven? Un rail mal emsamblado: Una causa, un detonante. Una tecnología que reprobar, un ser humano a quien meter en la cárcel. En tal caso, la hipotética alternativa yacería, muerta pero deseable, en impedir que ese detonante se activara. El precipio, la consecuencia, sería reemplazada entonces por la nula alteración del orden práctico en la línea de lo cotidiano.
De no ser por algo, aquello no habría sucedido. Es una cuestión extrapolable.
Pero dónde está ese algo, y dónde está ese aquello en la específica razón de mi circunstancia.


CONTINUARÁ...






Alberto Cancio García
Fotografía: Google

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Calíope

- Disculpe, ¿me haría usted un favor?

- Sí, dígame.

- ¿Me haría usted otro?

- ¿Cómo dice?

- Gracias. Muchísimas gracias.






Alberto Cancio García