En el cielo que está negro,
cuando hay Luna, con las nubes,
te ves como una mancha diminuta
cuyos lados no me tocan.
Sin tu piel como atractivo continente,
eres como gota de agua neutra,
que, ni fría ni caliente, cae rodando
por las zonas de mi cuerpo que no sienten.
Y si hoy lloro porque lloro,
y si hoy río porque el mar se te hace grande,
yo te pierdo. Y no importa, aunque sea
tan obtusamente grande por mi llanto
nuestro mar, porque tú ya lo regaras poco antes
con tu pútrido lamido de alma verde.
Te tenía, hace horas, porque ahora tú si quieres.
Pero tú no lo has gritado, lengua parca.
No has gritado para que esos pterodáctilos del cielo
se enteren.
Alberto Cancio García
No hay comentarios:
Publicar un comentario