martes, 21 de febrero de 2012

Sí. Hay algo más bonito que usted misma, señorita, aunque sólo sea algo, y ese algo, en efecto, sea un algo tan abstracto que no sirva realmente a nada práctico. Yo podría haberle dicho, por ejemplo: Señorita, las guirnaldas de la calle la superan en belleza; y entonces ese algo detentaría un reconocimiento concreto en el acto, comprendería, sin duda, modos de ornato festivo, tendría un color, colgaría de los postes o las puertas de las casas, y usted sabría a qué atenerse, al menos de momento. Aceptaría el agravio sin más contemplaciones, estoy seguro, y hallaría consuelo muy poco después, en otra boca, otra palabra, o un examen visual de las réprobas guirnaldas a lo largo de la calle, pues usted caminaría -muy seguramente-, las contemplaría un tanto, sacaría sus propias conclusiones. Quizá inferiría lo absurdo del cotejo en sí mismo, cuánto más sin caer en un burdo sentido metafórico, y con ello quedaría su orgullo recompuesto del agravio -muy, muy seguramente-, y las cosas hallarían al instante su sentido.




Alberto Cancio García

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