Aún no somos tan maduros como nuestros allegados quieren pensar. Somos veinteañeros con muchos sueños a nuestras espaldas y muchas ilusiones que cumplir. Una de las mías era gozar de la ya disfrutada oportunidad de conocer a Luis Landero, compartir unas palabras con él y pedirle una firma de mi novela favorita, que, desde mi descubrimiento gracias a nuestra buena amiga Nieves Vázquez, ha vivido ya cinco lecturas, tres de las cuales han sido mías, tan disfrutadas como la primera. El pasado jueves, en el transcurso del Congreso de la Fundación Caballero Bonald, vimos cumplido uno de nuestros sueños.
La temática del congreso era “Enseñar la literatura”. Don Emilio Lledó, que cerró la última sesión con una hora inolvidable, se situó en el “la”. Nosotros nos quedaremos en la “literatura” como buenos amantes de la Madre Letra, porque en el “Enseñar” pondría, en un pedestal, la historia de Luis Landero, quien nos deleitó con el recuerdo de cómo se acercó a la literatura. Nosotros, que también hemos sido adolescentes «poco o nada recomendables» —tal como se autodefinió el escritor—, queremos compartir con vosotros la emoción de una instantánea que guardo como un tesoro. Gracias, Luis, por hacernos sentir igual que Faroni y dejar que maduremos el retrato de este blog con el sabor añejo de alguien que llegó a la literatura para quedarse, y que esperamos siga así durante muchos años.
(De izquierda a derecha: Jorge, Alberto, Abraham, don Luis, Sara y Amelia)
Tenemos, con este, dos recuerdos en fotografías de personalidades literarias, más una dedicatoria de Josefa Parra en su Tratado de cicatrices, aunque guardamos fotos con más. Esperamos que la colección vaya en aumento.
Jorge Andreu
No se me ocurre nada con que matizar la sinceridad de tu artículo, poeta Jorge Andreu. Sólo espero que el señor Landero pueda leerlo.
ResponderEliminarYo tengo algo que decir: ¡Bocata de chopped!
ResponderEliminarJooooppeeeeeeee, qué dientes más largos me habéis puesto. Nada más y nada menos que con Luis Landero. ¡Bien! Es uno de mis autores favoritos. Lo adoro.
ResponderEliminarY Emilio Lledó... Qué lujazo.
Señores del Ocho, ustedes sí que saben y no me queda más remedio que quererlos.
Lledó...
ResponderEliminarIsabel. Acabas de darme una idea magnífica ;)
No quiero ni saber qué se te ha ocurrido...
ResponderEliminarTranquilo, pichita... que no es nada ofensivo. Al contrario.
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