No hay en su mirada su mirada.
Ni sus labios en sus labios.
Ni hay patrón capaz de aparejar
dos pieles tan opuestas.
Ni el tacto de las uñas se parece.
Ni hablar de la palabra, de la gente.
Sólo hay, por una cosa,
homología entre sus dientes:
Dos miradas, cuatro labios, veinte uñas,
me desean.
Me desean igualmente.
Alberto Cancio García
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