lunes, 16 de noviembre de 2009

Buenas noches, Manuela

¡Carla! Voy a dejarte las cosas claras desde el principio: No estuve en la manifestación del 21 de diciembre, no grité consignas antiimperialistas, ni arrojé nada al aire durante la carga policial. No fotocopié octavillas, no hice pancarta, ¡y no llevaba conmigo esa maldita botella!, porque…, por supuesto, nunca la compré en La Tienda de Benito.
Aquella mañana el encargo de cerveza se habría retrasado, y aunque seguramente quedaba algún que otro botellín en el almacén, no pude haberlo comprado, pues decidí asistir a clase como cualquier otro día… _Eras estudiante, ¿recuerdas?_.
Mientras tanto Benito estaría quejándose_ ¿y cuándo no? _o preguntándose si habría hecho mal el último pedido, y acabaría por mirar el ordenador en busca del error que hubiera evitado una muerte.
¿Una muerte? Pero Carla, quién habla de muerte en la cafetería de la facultad, junto al tablón de anuncios vacío, sin carteles que anuncien una manifestación contra la Guerra de Pakistán para la mañana 21 de diciembre, entre tostadas, zumos de naranja y napolitanas artesanas de esas que también vende Benito.
Y él se desespera al comprobar que no ha sido un error suyo, que incluyó la cerveza en el último pedido y que el problema viene de los distribuidores. Menudo sermón echaría Benito a esa partida de camioneros sarnosos, ¿verdad? Y hablarían de su mal carácter en el autobús, de vuelta a casa, entre risas somnolientas y ganas de comer. _ ¡Sin…Coca Cola!_ ¿Has leído ya el correo sobre su último anuncio?
No. No lo leíste. No estuviste en la manifestación del 21 de diciembre, Carlita. No había carteles en la facultad, ni anuncios de la guerra mientras comíamos sin Coca Cola frente al televisor.
¿Y qué ponen hoy? _ ¡Nada!
_Hoy nada de nada_ respondería Benito tras colgar el teléfono de la indignación. Los camioneros se eximen de responsabilidades. Llamaron a la casa de cervezas y ellas echaron la culpa a la fábrica de vidrios. _ ¡Llame usted a Vidrios Pepe Tony! Ellos le darán las explicaciones pertinentes.
Entonces sonaría el teléfono y sería para Javi: _ ¡Habla más bajo, hombre, que no me entero de la tele! _y mamá miraría hacia otra parte _ Para lo que dice…, trescientas mil personas esta mañana en el Congreso y ni pío. Sólo la declaración de guerra de este fantoche…
¡Calla, mamá! ¿No te das cuenta de que no estuve en la manifestación del 21 de diciembre? Quiero ver los dibujos de El Gato Benito. Se parece y todo al de la tienda con esos bigotes.
_ ¿Cuándo vas a crecer, Carla?
_ ¡Nunca! Nunca me había pasado algo semejante. ¿Cómo que no hay fábrica de vidrios?
_ Lo que oye, señor. Dicen que esta noche ha desaparecido de la explanada de la Virgen. Los trabajadores llevan en la calle desde primera hora reivindicando la verdad, pero nadie ha sido capaz de dar una explicación convincente. Huele a complot empresarial.
_ Siempre las empresas ¡Bah!_ mamá se altera_ Ocurrió lo mismo en Irak. Cualquier excusa es buena para hacerse con el control del petróleo, aunque sea a costa de muerte.
¡¿Muerte?! ¡Cállate, mamá! No digas esas cosas, estamos comiendo, _ ¡que no arrojé esa maldita botella, mamá, que no estuve frente al Congreso el 21 de diciembre!_.
_ ¿Pero qué ocurre hoy que todos tratan de tomarme el pelo?
_ No le tomo el pelo, señor, es lo que me han dicho: Han desaparecido todas las fábricas de vidrios del país, incluida la de El nexo de la Serranía.
_ ¿Cómo van a desaparecer las fábricas así porque sí?
_ Tampoco mi razón lo creía, pero encienda el televisor. Todas las cadenas retransmiten la última hora.
_ ¡Qué fuerte!_ diría Javi, y se le abrirían los ojos como platos apoyado sobre la mesa_ Carla, ¿te has enterado? Las fábricas de vidrio han desaparecido de repente. ¡Las de todo el mundo!
_ Otra manera de distraer la atención_ diría mamá, y se iría a fregar los platos.
_ ¡La Virgen! ¡Manuela, el mundo se ha vuelto loco! _Benito llega a su casa_ A la mierda la Guerra de Pakistán y los talibanes. Esto sí que es una catástrofe. ¡Todo el mundo sin beber!
_ ¿Y cómo van a ser yanquis los yanquis sin su aguardiente?
_ ¡Mamá, ven! ¡Los yanquis no han declarado la guerra a Pakistán! ¡No tienen aguardiente!
Pero mamá no vendría. Seguiría canturreando en la cocina. Y Carla se iría a dormir la siesta a su habitación, sintiéndose vencida por el sueño como ahora, después de tres días sin pegar ojo… _Mi habitación…_.
_ Ya se las apañarán los yanquis para traer su aguardiente en botellas de plástico.
_ Amén_ sueña Carla_ todas las botellas de plástico y al carajo el vidrio.
Javier corre a la cocina y se abalanza sobre mamá: _ ¡Ha desaparecido el vidrio de los museos! ¡Y las antiguas botellas! ¡Y las reliquias romanas de soplado! ¡Esto es un milagro!
_ ¡Anda ya, Manuela! ¿Cómo que un milagro? Lo que pasa es que la historia quiere tomarnos el pelo.
_ ¡No!_ Carla despierta de su sueño ligero.
_ En breve las cosas volverán a la normalidad, me voy a la tienda, cariño.
_ ¡Cállate, tendero estúpido!
Javier y su madre lloran solos en el sofá… Carla… Carla…

¡Que no! ¡Que no quiero tomaros el pelo! ¡Que es cierto que los romanos nunca descubrieron el “vidrio soplado”, joder! ¡Y jamás lo extendieron por Europa, porque los romanos nunca fueron imperialistas...!
_Carla… Carla… ¿qué has hecho, hija?
_ ¡Que no! ¡Que el imperialismo no existe, mamá! ¡Que no estuve en la manifestación del 21 de diciembre! ¡Que no arrojé esa botella de vidrio, mierda! ¡Que no maté a ese policía!
_ Hasta la noche, Benito, mi amor.
_Hasta la noche, Manueliña.
_ ¡Que no, mamá! ¡Que no me detuvieron! ¡Que no estoy en la cárcel, mamá! ¡Que no! ¡Que no me están violando! ¡Mamá!
_ Buenas noches, Benito.
_Buenas noches, Manuela.



Alberto Cancio García

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