miércoles, 14 de abril de 2010

Una Década

Y todavía hoy, en las noches baldías de helado insomnio, lo siento vagar huidizo por las calles solitarias; sucio y maltratado como los contenedores mismos de la basura donde se alimentaría; triste y quejumbroso como el aire en que a menudo dejaría escapar sus maullidos largos de felino compungido. Maullidos de miedo, de hambre y de frío. Maullidos de pena y aterrado desconcierto, que seguro, por entonces, rasgaron con sus ecos la afonía de aquel barrio, preguntando una y mil veces, en la jerga del errante con bigotes, por qué.





Alberto Cancio García

4 comentarios:

  1. Es tierno y potente

    "rasgaron con sus ecos la afonía de aquel barrio, preguntando una y mil veces, en la jerga del errante con bigotes, por qué."

    Eso me encanta más que nada.

    He escuchado el maullido en mi habitación...

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  2. :/ Pobre Simba... Gracias por comentar, amiga microrrelatiense. A mí pensar en esos maullidos me produce escalofríos. Mil besos :)

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  3. mmmmm Me recuerda algo que alguna vez escribí, no sobre tu referencia, sino por su atmosfera.

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  4. He de admitir que no he pretendido salirme del tópico. Este texto es una necesidad emocional, no literaria.

    Un abrazo, rompecabezas :)

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