miércoles, 7 de abril de 2010

Despierta, Antonio. Otro milagro de la primavera.

¿Sabe usted una cosa?
Yo vine a este sitio buscándola a ella, con mi rosa, mi cuaderno y mi mejilla, y anduve entre los troncos y las ramas trituradas, por ver si la veía y, dándoselo todo, me besaba.
Fue triste comprobar que había marchado a no sé donde, y me hinqué en este escalón, a culparme por imbécil; encendí un cigarrillo y, de su humo ennegrecido, huyeron dos mariposillas hacia el seto de la izquierda. Tosió un pajarillo más arriba, y de verme espatarrado, un hombre se acercó con un plato de tortilla.
Y yo, que venía buscándola a ella, no había reparado ni en las flores de aquel seto, ni en el árbol de ahí arriba, ni en el Sol de la ternura que un buen hombre me ofrecía.

Guardé el cuaderno y la mejilla, y planté la rosa en la tortilla.






Alberto Cancio García

4 comentarios:

  1. Mmm... esto es lo que llaman poesía en prosa?:P Me encanta, sobre todo la segunda frase ("yo vine...").

    Un abrazo.

    Jorge

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  2. Me encantó este especie de fábula que opta por lo sencillo, por lo que nos nutre, por las pequeñas cosas de la vida, esas que de verdad pasan cada día y nos ofrecen un hombro donde apoyarnos, una mano a la que asirnos.
    Alberto, estás sembrado últimamente, y yo que me alegro.

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  3. Preciosa foto, precioso texto. Saludos.

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  4. Una pamplinilla primaveral... Gracias por comentar.

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