lo Eterno, con las puntas de mis dedos
seguiré, confiando, lo Prometo:
seré una vez tan solo mi añoranza
y día alguno habrá de no ser nada,
de no pertenecer: tener un beso
como Anoche, dejarlo como ahí muerto,
y darle luego cuerpo de guitarra.
Y así me contendré:
de pronto en su Sonrisa:
tocándola mi Beso en un traspiés.
Lo Eterno jugará... a hacerla mía.
Y entonces por sus ojos yo Sabré
que ella Lo quería.
Alberto Cancio García
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