miércoles, 7 de marzo de 2012

MASTERACCIÓN

Yo vivía lo oscuro.
No tenía que hacer nada:
La luna no iba a salir
y yo estaba esperando
con sueño en la cara;
                                     aun así,
los ojos cerrados, veía moverse
figuras al lado, y nunca pasaban
                            delante de mí.
Pero yo estaba quieto
y sentía que estaban.
Y luego se oía un susurro
que olía a esas cosas
que nunca se sabe qué son.


Y eran estrechas las cosas
de negro,
           estrechas
como una mujer silenciosa,
y estaba a mi lado, Dios mío,
qué estrecho el vestido,
qué estrecho, por Dios;
tocaba mi mano en lo negro
y hablaba por ella
como una serpiente:
                     
                Calor hay calor tu calor.
La mano bajaba lo negro
yo casi no estaba delante,
vivía lo oscuro y la luna
que no iba a salir,
y el sueño en la cara
y el cuello y los hombros,
y el pecho y la tripa, el ardor,
la mano que baja,
vestida de negro a mi lado,
que llega a lo oscuro de veras
y enciende allá abajo un fogón.











Alberto Cancio García

2 comentarios:

  1. ¿y luego qué? me he quedado con ganas de más

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  2. Lo siguiente lo termina cada uno en su cama... creo. Aunque sí es cierto que releyéndolo me digo: No suena bien. Queda incompleto...

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